Caminantes

Pulposol solía caminar largas horas con su amiga, la vistosa jibia Purpurina, quién tenía un andar ondulante y seductor, su brillante color verde y sus rayas despertaban admiración y acaparaba las miradas del mar, recibía piropos muy poéticos y exclamaciones que ella sabía agradecer y le encantaba escuchar pero su alma era aún más bella porque siempre buscaba lo esencial y profundo.

Mientras recorrían hermosos lugares marinos conversaban de los temas de la vida. la misión que cada uno tiene en esta existencia, la vocación de servicio, los sueños, el amor, la amistad, sus gustos musicales, la muerte del sol en un futuro lejano, entonces ¿qué sería de todos los seres que allí habitaban?, los misterios y enigmas universales, el big bang, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos en este vasto universo?

La tranquilidad del andar y la conversación siempre era interrumpida por el calamar Aquiles que pasaba a toda velocidad, levantando una nube de polvo de mar, para molestarlos, durante unos segundos no podían ver nada. Aquiles podía seguir corriendo eternamente, hacía todo para ganar tiempo, la mayoría de las veces no se detenía a conversar con sus amigos. En cambio ellos se reconocían eternos caminantes y se identificaban con la Tortuga del cuento griego Aquiles y la Tortuga. Tampoco le gustaba el Correcaminos, personaje creado por un animador que admiraban Chuck Jones, «¡Beep Beep!» le gritaron a dúo a Aquiles, siguieron «Going Going Hip Hip Hurry «,veían la serie por la TV marina y esperaban que Wile Coyote le diera una lección, que no se lo comiera pero que lo parara de una buena vez.

El espectáculo del Mar era realmente fascinante y colorido pero a veces se cansaban y paraban para tomar jugos revitalizantes y escuchar música en uno de los tantos bares de arrecifes de coral. Allí seguían debatiendo qué camino tomar para sus vidas, ¡eran tan jóvenes! , y temían equivocarse, seguirían el camino que les dictara su corazón ¿ cómo darse cuenta que no era un camino equivocado? , llegaron a la conclusión de que el camino verdadero les daría fuerza y felicidad, las callejuelas falsas los debilitarían y volverían desdichados. En el Bar se escuchó la canción «Zapatos Rotos» que los animaba a escuchar su voz interior que les iría señalando el camino. «Salta Salta Salta pequeña langosta», siguió «Buenas Noches queridos conejos»; las canciones salían de los Vox Populi del Mar, todos los días de 10 a 12 del mediodía y de 7 a 9 de la tarde todo el pueblo marino escuchaba la misma música.

Recordaron una poesía, la poesía en el mar era la llave para conocer el alma de los seres del universo, esta se llamaba Yo voy soñando caminos y la había escrito un español de nombre Machado.

Al andar se hace camino

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino,

sino estelas en el mar.

 

Caminante, son tus huellas

el camino, y nada más;

caminante, no hay camino

se hace camino al andar.

Terminaba la tarde que quedaría grabada en sus corazones, habían tomado conciencia que su misión era abrir caminos para que todos los seres vivientes del gran universo pudieran acceder al gran tesoro de sus vidas.

Pulposol miró la tierra, un globo azul flotando entre planetas y pensó que quizás ese fuese el lugar de su misión, debían regresar rápidamente a sus hogares antes que comenzara a oscurecer.

Purpurina luego de leer algunas líneas de «Manuscrito hallado en una Botella» de Edgar Allan Poe, se zambulló plácida y profundamente en sus sueños, alcanzó a escuchar a su abuelita que le decía la frase de las buenas noches de ese tal señor Allan Poe : «¡Duerme en paz porque el espíritu del amor reina y gobierna»

Salto 3 de «Rayuela de Cefalópodos» del cuento  Julia y el Argonauta de Papel